top of page

¿Emprendimiento o entrendimiento?

 

 Eduardo Naudín

Emprender está de moda entre los jóvenes. De ahí que me dé por montar una web. Y de ahí que vaya sobre el tema del emprendimiento.  Puestos a ser víctimas de las modas, seamos víctimas complacientes. Y es que remar a contracorriente nunca me hizo sentir tan inútil. La culpa la tiene toda esa gentuza de mi generación que escribe artículos sardónicos, lanza vídeos virales, diseña aplicaciones sociales y sube groserías en formato podcasts para sus blogs de series, sus revistas culturales y sus portales antisistema.  

 

Generalmente, el objetivo de todas esas páginas no sobrepasa la barrera del entretenimiento; por supuesto, también puede haber pretensiones persuasivas, monetarias  y algo de ego en todo ello, pero, principalmente, de lo que se trata es de entretener, a uno mismo y al resto. En estos momentos, yo mismo estoy dando cuenta de ello, como productor y como consumidor de contenidos. Por eso me gusta utilizar el concepto de entrendimiento cuando de lo que hablo es de esos menores de 30 años que utilizan nuevas tecnologías de bajo coste para dar rienda suelta a sus pajas mentales posmodernas.

Entre nuestros mayores, los índices de emprendimiento también han aumentado sustancialmente desde la crisis. Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), principal barómetro internacional sobre el emprendimiento, la “intención emprendedora” en nuestro país ha aumentado desde 2009 en un 12,05%. Pero en este caso no se trata de una moda ni de un mero pasatiempo, es algo más serio, motivado por el autoempleo; algo inquebrantable y arriesgado, cuyo único y plausible fin es hacer dinero.  

 

Bien es cierto que hay mayores de 40 que montan un blog como el que monta un puzzle colosal de su jeto. Claro que sí, y muchos. Como también existen viejos de 20 años que solo ansían prosperar económicamente. Pero es innegable que existe una tendencia mayoritaria para optar por una u otra alternativa en función de la franja de edad. 

 

Para mis homólogos entrendedores, en lo referente al tema de la pasta solo caben dos divertidas opciones: el fracaso absoluto o hacerte multimillonario con una idea brillante. Y cuanto más simple y tonta parezca, más posibilidades de triunfar. Somos los bastardos del cine norteamericano de los 80 y los 90. Qué se le va a hacer. Pero, como digo, cuando no has invertido más de 100 euros en tu proyecto, el dinero a priori es algo secundario. A nosotros, en el fondo, lo que nos va es el funcionariado.

 

¿Cuál es la actitud pertinente? Ninguna. Tan solo aquellos que tengan la perspicacia  para conjugar las virtudes intrínsecas de cada uno de los modelos darán con las claves para disfrutar de un negocio solvente. Es decir, que aquel que monte una empresa de fabricación de muelles para remolques y semirremolques de origen bielorruso, lo haga con el mismo punto de motivación e interés que pueda tener ese otro que lanza una aplicación para android capaz de rastrear en tiempo real el grado de suciedad de los urinarios de la zona. Y viceversa. Aquel que considere que el mundo tiene derecho a saber el momento exacto en el que se ha agotado el papel higiénico del Burger King de Plaza España, lleve su idea hasta el final y desarrolle un sesudo plan de negocio como lo haría ése al que sus aspiraciones existenciales le han empujado a fabricar piezas para vehículos de construcción totalitaria. Con ilusión y trabajo, todo vale.

bottom of page